La farmacia cambia, evoluciona, se adapta.
No es cosa de ahora, de los últimos tiempos en los que se habla del cambio de hábitos de consumo del cliente.
Se adapta diariamente, desde siempre, a la aparición de nuevos fármacos y enfoques terapéuticos, a los cambios legislativos y, por supuesto, a la variación en las tendencias del mercado.
Y, ante esta situación de continua evolución, son solo unos pocos los que salen reforzados.
Los demás, los que se van quedando por el camino, son los que se dejan llevar y confían en lo que funcionó siempre.
1: Analiza dónde estás.
Este es tu punto de anclaje. Conocer en profundidad tu situación actual para, desde allí, implementar mejoras en tu organización.
1.- Mira hacia dentro.
Revisa tus deseos, tus fortalezas y debilidades. Por qué empezaste en este negocio y qué puedes aportarle.
Escucha a tus colaboradores. Son los que atenderán las necesidades de tu cliente y los que lograrán o no su satisfacción y fidelidad. Tienen deseos, objetivos y necesidades que debe cubrir su trabajo. Ellos son tu primer cliente. El cliente interno.
2.- Observa a tu cliente y escucha sus necesidades.
Ellos son la razón de la existencia de tu farmacia.
Ellos son los que, con sus compras y sus recomendaciones harán crecer o no tu negocio.
Escucha y busca satisfacerlos. Siempre.
3.- Mira a tu alrededor.
Tu competencia, ya sea directa (otras farmacias) o indirecta (otros negocios que proporcionen los mismos productos y servicios.
¿Qué hacen mejor que tú? ¿Qué hacen de manera diferente? Aprende de ellos.
¿Qué haces tú mejor? Poténcialo.
Mira fuera de la caja. Este sector es muy endogámico y es fuera donde podrás encontrar inspiración para innovar, para diferenciarte y para ponerte un paso por delante.
2: Decide y planifica.
Después de saber dónde estás debes decidir dónde quieres ir.
Si te dejas llevar por la inercia, no tendrás control sobre tu destino.
Marca objetivos SMART: eSpecíficos, Medibles, Alcanzables, Retadores y acotados en el Tiempo.
Revisa los recursos con los que cuentas para obtener esos objetivos.
En función de esos recursos, define qué estrategias seguirás para lograrlos. Hay muchos caminos para llegar a un fin. Elige el tuyo.
Elabora un plan. Ahora es el momento de definir qué acciones concretas llevarás a cabo para lograr tus objetivos. Con sus fechas límite, sus herramientas y sus planes alternativos para hacer frente a las contingencias.
3: Actúa.
Porque de nada sirve todo lo anterior si, llegado el momento, todo se queda en agua de borrajas.
Por en marcha tu plan y evalúalo.
Revisa lo que realmente has llegado a implementar y sé crítico con el proceso.
Hazlo tanto al final de cada acción como en un punto intermedio.
Esto es muy importante, porque te permitirá tomar decisiones y adaptarte (una vez más) a los posibles contratiempos con suficiente agilidad para sobreponerte a ellos.